Por Joselías Sánchez Ramos
Manta, 17 diciembre 2015
Hoy se evocan 185 años de la muerte del Libertador Simón Bolívar, considerado uno de los militares más brillantes de todos los tiempos, hombre superior que prefería el título de “Libertador” a la designación de dictador.
En fechas como estas nos reúne, no el simple recuerdo de una muerte sino su pasión por la libertad, esa indomable pasión que lo alienta para combatir por la independencia de América en un escenario de cinco millones de kilómetros cuadrados, desde la boca del Río Orinoco en Venezuela hasta las riberas del Lago Titicaca; esa pasión libertaria que durante 15 años condujo más de 400 acciones de armas, hasta la liberación total de seis naciones latinoamericanas.
Bolívar nace para la gloria y no ha muerto. Ningún hombre muere cuando el pueblo se reúne para recordarlo. ¡Qué extraña contradicción que, en una fecha como esta, 17 de diciembre, que se recuerda su fallecimiento, nosotros nos reunamos para hablar de su vida! Esta es su gloria.
Nos convoca la visión de un hombre que tuvo la osadía de retar a los tiempos para construir el ideal que hoy. 185 años después de su muerte sigue alentando a los latinoamericanos: la unidad de nuestras naciones.
Él, Simón Bolívar, el Libertador, proclamó: nuestra Patria es América. Y, José Martí, desde su Cuba inmortal, ripostó: Mi Patria es América. Y, nosotros, manabitas, hijos de la revolución alfarista, con el eco profundo de nuestra raza cósmica, ratificamos que América es nuestra Patria.
Esa visión, ese legado, nos reúne a los manabitas y ecuatorianos comprometidos en el ideal bolivariano, que es el mismo y vigente ideal alfarista.
“Lo que Bolívar concibe claramente desde el comienzo, y que se convierte en la norma directa y fundamental de su pensamiento y de su acción, es la idea de la peculiaridad del mundo americano. Las concepciones y las teorías aprendidas en Europa o en los Estados Unidos deben adaptarse a las características de los nuevos países. La geografía, la historia, las antiguas leyes, los usos tradicionales de esos pueblos deben ser tenidos en cuenta de manera primordial. Sobre esos hechos deben meditar los legisladores para concebir las instituciones adecuadas“,[i] nos recuerda Arturo Uslar Pietri en su obra “Bolívar Hoy”.
Lo recordamos, en esta ancestral ciudad aborigen de Jocay, en esta cosmopolita ciudad oceánica de San Pablo de Manta, para decirle al mundo y a la historia que aquí, en Ecuador y en Manabí, se está forjando el nuevo pensamiento y los nuevos líderes que guiarán el destino de Latinoamérica.
Nos reúne la convicción y la fe de un hombre que supo entender el valor inmanente de los hijos de América.
Bolívar comprende el alma misma de este pueblo mestizo, indígena, negro, mulato, blanco y amarillo, pueblo crisol de razas, en el que se adentra profundamente, con el que se compromete, con el que combate hasta magnificarse, juntos, en la gloria del sacrificio.
[i] Arturo Uslar Pietri, Bolívar Hoy, Monte Ávila Editores, Venezuela, 1983.
“Nosotros somos un pequeño género humano; poseemos un mundo aparte, cercado de dilatados mares; nuevos en casi todas las artes y las ciencias, aunque en cierto modo, viejos en los usos de la sociedad civil”, le escribe a un caballero inglés, desde su destierro en Jamaica.
Extraordinaria simbiosis que, observada por su enemigo, el general español Pablo Morillo, quien vino a combatirlo a Venezuela al frente de la mejor y más numerosa expedición de tropas peninsulares que nunca vino a América, lo califica como “Alma indomable”, y de quien dice: “que le basta un triunfo, el más pequeño, para adueñarse de quinientas leguas de territorio... Bolívar es el jefe de más recursos y no hallo cómo ponderar su actividad. Mucha fuerza se necesita para vencer a estos rebeldes que no desmayan con ninguna derrota y que están resueltos a morir antes que someterse... Nada es comparable a la incansable actividad de este caudillo... Su arrojo y su talento son sus títulos para mantenerse a la cabeza de la revolución y de la guerra.”
Contra el levantamiento venezolano del 19 de abril de 1810 conspira también la naturaleza. En 1812, Caracas sufre un devastador terremoto. Los frailes aprovechan para simbolizar un castigo de Dios por haberse rebelado contra España. Entonces, el joven teniente Simón Bolívar, el más ardoroso de los miembros de la Sociedad Patriótica, exclama: "Si se opone la naturaleza a nuestros designios, lucharemos contra ella y la haremos que nos obedezca".
Reta a la naturaleza. Nada le va a detener. Su voluntad heroica, su tenacidad, su genio y la hora de su historia, se escriben en el alma de cada latinoamericano que aprendió a respirar en libertad, que recobró la dignidad de su estirpe, que entendió que todo es posible con el sacrificio y que se entregó al genio de la libertad sin restricciones para acompañarlo caminando entre pantanos, subiendo y bajando cordilleras, entre las densas selvas o las inmensas planicies.
América, escenario del futuro, fue creado con la sangre de los héroes que le dieron a Bolívar su vida y este les dio sus sueños, sus anhelos para cumplir su juramento en el Monte Sacro: libertar a Hispanoamérica o morir en la demanda.
Manuel Pérez Vila, en su libro “El legado de Bolívar”, relata que “A la cabeza de un pequeño ejército limpia de enemigos los márgenes del río Magdalena. En febrero de 1813 toma la Villa de Cúcuta e inicia en mayo la liberación de Venezuela. En tan sólo tres meses de combates y hábiles maniobras, desde la frontera del Táchira entra victorioso a Caracas el 6 de agosto, en una campaña que ha merecido el nombre de Campaña Admirable.
Indomable y con el objeto de afirmar el sentimiento nacional de los venezolanos dicta el Decreto de Guerra a Muerte.
Los pueblos liberados, lo aclaman Libertador, primero en la ciudad de Mérida, título que, en octubre de 1913 le confieren solemnemente, la Municipalidad y el pueblo de Caracas.”
Nada lo detiene hasta que sella, en forma definitiva, la libertad de América el 10 de diciembre de 1824, con la victoria de Ayacucho que conduce el mariscal Antonio José de Sucre, por la cual el gran vate guayaquileño lo proclama “Árbitro de la Paz y de la Guerra”.
La guerra le va planteando el problema de la organización de los nuevos estados. Su ideal político es la libertad sin anarquías, el orden sin la injusticia.
Bolívar no es sólo guerrero. Es un estadista, más estadista que guerrero. Rafael Calderas, ex presidente de Venezuela, lo ratifica.
Muchos otros pensadores y analistas de la historia de América coinciden en la genialidad política de Bolívar. Se adelantó a su tiempo y supo proclamar que “El sistema de gobierno más perfecto es aquel que produce mayor suma de felicidad posible, mayor suma de seguridad social y mayor suma de estabilidad política”, en su famoso discurso de Angosturas, considerado uno de los textos más densos de la literatura política, no solo de América Latina sino del mundo.
Para la política exterior concibe la necesidad de que nuestra América se organice como un todo o por lo menos con un conjunto de grandes estados y confederaciones. Desde el comienzo, desde 1913 habla de unir la Nueva Granada con Venezuela.
“Dos días antes de la célebre Batalla de Ayacucho, o sea, el 7 de diciembre de 1824, Bolívar se plantea la necesidad de convocar a una Gran Asamblea Federal de Estados Americanos; y así lo plantea a: Venezuela, Colombia, Panamá, Ecuador, México, Guatemala, Chile, Perú, Buenos Aires; es decir, Bolívar ya daba por descontado el triunfo de Sucre en Ayacucho y se adelantaba a lo que sería la Organización de Estados Americanos, OEA.” [i]
“Luego en mayo de 1825, Bolívar da las instrucciones para convocar el Congreso Anfictiónico. Entre el 21 de agosto de 1825 y el 4 de junio de 1826, fueron llegando al istmo los delegados. Finalmente el Congreso se instaló el 22 de junio de 1826.” [ii]
Su objetivo es establecer una organización ecuménica internacional. Su sueño es que América se organice para convertirse en uno de los polos del equilibrio universal.
Sobre el equilibrio universal, en 1813, en Caracas, había publicado su pensamiento: “La ambición de las naciones de Europa lleva el yugo de la esclavitud a las demás partes del mundo; y todas estas partes del mundo debían establecer el equilibrio entre ellas y la Europa, para destruir la preponderancia de la última. Yo llamo a esto equilibrio del Universo y debe entrar en los cálculos de la política”.
Hombre de visiones y formador de Estados, también impulsa al periodismo y funda el periódico “Correo de Orinoco”, para informar sobre la vida nacional y defender sus objetivos.
Pero, Bolívar, es también ecuatoriano envuelto en el manto del Chimborazo.
“Yo venía envuelto con un manto del iris, desde donde paga su tributo el caudaloso Orinoco al dios de las aguas. Había visitado las encantadas fuentes amazónicas, y quise subir al atalaya del universo. Busqué las huellas de la Condamine y Humboldt; seguílas audaz, nada me detuvo; llegue a la región glacial; el éter sofocaba mi aliento. Ninguna planta humana había hollado la corona diamantina que puso las manos de la eternidad sobre las sienes excelsas del denominador de los Andes. Yo me dije: este manto del iris que me ha servido de estandarte ha recorrido en mis manos regiones infernales, surcado los ríos y los mares y subido sobre los hombros de los Andes; la tierra se ha allanado a los pies de Colombia, y el tiempo no ha podido detener la marca de la libertad. Belona ha sido humillada por el resplandor del iris, ¿y no podré yo trepar sobre los cabellos canosos del gigante de la tierra? Sí podré; y arrebatado por la violencia de un espíritu desconocido para mí que me parecía divino, dejé atrás las huellas de Humbold, empañando los cristales eternos que circuyen el Chimborazo. Llego como impulsado por el genio que me animaba, y desfallezco al tocar con mi cabeza la copa del firmamento; tenía a mis pies los umbrales del abismo.”
[i] Mier Hoffman, Jorge. “Bolívar, el hombre”. Caracas, 2003
[ii] Idem
Nos hemos reunido en esta lectura para rendir tributo al Libertador, cuya preocupación es el destino de América y contra el cual se confabularon hasta sus propios subalternos llenos de avaricia y ambición.
Este “hombre de dificultades”, como él mismo se califica, siente al final de su vida el desengaño: “La independencia es el único bien que hemos alcanzado, a costa de todos los demás.”
Pero no es la vida lo que causa su desazón, es ver derrumbar su sueño de unidad, ver cómo se desmiembra la Gran Colombia. Ese es su dolor. No pudo entender cómo no pudieron comprender su legado de unidad y su visión de una sola patria para buscar ese equilibrio universal.
El legado de Bolívar es el sustento de la revolución bolivariana. El 24 de julio del 2012, el líder bolivariano Hugo Chávez Farías, presidente de Venezuela, devela ante el mundo el verdadero rostro de Simón Bolívar, y proclama: “A partir de hoy tu verdadero rostro, rescatado por las manos de tus hijas e hijos científicos brillará mucho más”. En esa misma fecha se revela que el Libertador no murió de tuberculosis.
Simón Bolívar está aquí, con cada uno de ustedes; hoy nos acompaña en todos los foros, en todos los debates, en todos los pueblos de América; vive en el alma y en el cerebro de todos los hombres y mujeres que tienen ideales grandes y compromisos ciclópeos.
“Ese buscar sin tregua, que es también constante revelación, es lo que lo mantiene vivo y válido para la empresa todavía abierta de realizar la América en la que él estaba empeñado. Bolívar no encarna solo un gran acontecimiento histórico. Es también una causa y un camino. Tanto como en el glorioso pasado, está el porvenir de los pueblos a los que se dio. Es difícil de entender porque su mundo es difícil de entender. En él toma conciencia y forma inmarchitable el gran proceso de mestización cultural de la vida criolla. Es voz y brazo no solo de aquellos hombres que se lanzaron a hacer milagros a su llamada, sino de todas las vastas muchedumbres que lo siguen nombrando y buscando. No está ni dormido, ni muerto, ni en calidad de recuerdo, ni en sustancia de archivo." [1]
Simón Bolívar está vivo y proclama: “Yo los he representado en presencia de los hombres, yo los representaré en presencia de la posteridad”.
Su voz sigue alentando a los hombres libres, a los ecuatorianos honestos y altivos, a los alfaristas comprometidos, a todos los ciudadanos y ciudadanas, gente inquieta y buscadora de una nueva justicia y una nueva libertad. (Joselías Sánchez Ramos / Manta, 17 diciembre 2015)
[1] Arturo Uslar Pietri, “Bolívar Hoy”, Monte Ávila Editores, Venezuela, 1983
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chavez y su descabellada INmadurez (sábado, 19 diciembre 2015 09:07)
Bolivar si fue un verdadero lider.No como chavez y su descabellada INmadurez
martintorres@gmail.com
Heliana (martes, 21 mayo 2024 13:12)
Es muy largo