El papa se ha expresado de esta manera: “La crisis migratoria es solo la punta del ÍCEBERG”, de un sistema económico “malo e Injusto”; y sigue: “allí donde se origina el hambre hay que crear fuentes de trabajo y de inversión, allí donde está la causa de la guerra hay que trabajar por la paz”.
Opinión de José Ramón Moreira Aliatis, empresario, ingeniero comercial y periodista.
No deja de llamar poderosamente la atención que existan personas que se regodean con la desgracia ajena. Lo demuestra la camarógrafa húngara Petra Laszló, que sin ningún escrúpulo patea no solo al migrante que llevaba a una criatura en brazos, segundos antes le había hecho una zancadilla a una niña a la que derribó. Estas son muestras de brutales, inmoralidades de millones de gentes que se solazan con el dominio personal hacia los demás en circunstancias de indefensión. Desgraciadamente la maldad se revierte, esa pobre madre de familia está mediáticamente destruida y sin trabajo.
Lo que no deja de llamar la atención es que los Estados del mundo entero levantan la voz de protesta para que reciban a los desplazados, apelando a los derechos humanos.
El papa se ha expresado de esta manera: “La crisis migratoria es solo la punta del ÍCEBERG”, de un sistema económico “malo e Injusto”; y sigue: “allí donde se origina el hambre hay que crear fuentes de trabajo y de inversión, allí donde está la causa de la guerra hay que trabajar por la paz”.
Esos mismos que se rasgan las vestiduras pidiendo, unos, y los otros ofreciendo sus territorios para recibir o para dar cabida a tanto viajero necesitado de todo lo elemental para vivir, desde un poco de afecto a estancia, comida, vestidos, medicinas -y si las circunstancias lo permiten algún trabajo para que tengan un poco de dignidad-; decimos, estos entes humanitarios defensores de la calidad de vida de inmigrantes, no abogan para que en las naciones de origen (en territorios que comparten sus credos) NO financien a esos sanguinarios extremadamente crueles que nos están acostumbrando a que presenciemos decapitaciones, encender vivos y convertir en piras humanas a los desdichados; que no haya violaciones en masa de niñas; que no haya venta de armas modernas en forma masiva para agnados y cognados, ni a tirios ni troyanos. Ni a los unos ni a los otros.
Será acaso el petróleo la causa de estas mortandades; se lo pelea todo el mundo industrializado. Hay muchos que creen que Dios los ha colocado en el poder para eternizarse.
El orbe tiene que hacer conciencia y denunciar la verdadera tragedia que es lo que incuba estas migraciones masivas, que engendran penas ajenas. En el fondo hay rabia e impotencia porque los verdaderos sanguinarios ríen en los vericuetos políticos, mientras que inocentes niños pagan con su vida estas inconsecuencias.
Hay Estados que forman parte sobre “que el estatuto de los refugiados de 1951 tiene que respetarse”, aunque ahora las circunstancias son distintas. Mundo: en tus manos está corregir estas incorrecciones, los derechos humanos también deben aplicarse IN SITU.
MANTA, 22 de septiembre de 2015.
Escribir comentario