La crisis económica que nos golpea

"Con palabras populares: el Estado debe estirar sus piernas hasta donde las sábanas alcancen. Gravar la economía individual con impuestos excesivos, terminará por matar a la 'gallina de los huevos de oro'."

Opinión de José Risco Intriago,

director de Revista LA GENTE de Manabí.

buzón@revistalagente.com

 

Los expertos lo dicen y muchísimos ecuatorianos lo sentimos, aun muchos empleados del Estado: la economía del país está en crisis y hace falta un rápido pero prudente giro de timón para revertirla.

 

Según lo que se ve y se oye, la crisis golpea a todos los pueblos del mundo, a unos más que a otros. Pero cada país debe hacer lo que le corresponde para mitigar los efectos y voltear la tortilla. A ninguno le asiste derecho para cruzarse de brazos “porque es un problema mundial” y no hacer nada para ayudar a resolverlo.

 

Casa adentro, todas las instituciones del Estado deben ajustarse los cinturones para gastar menos y ponerse las pilas para potenciar la prosperidad y distribuirla proporcionalmente entre todos sus actores. No hay duda de que las instituciones públicas de hoy están funcionando con muchos más recursos de los que puede permitirse la economía del país, sin embargo de que no todas tienen un peso grande en el desaarrollo.

 

Con palabras populares: el Estado debe estirar sus piernas hasta donde las sábanas alcancen. Gravar la economía individual con impuestos excesivos, terminará por matar a la “gallina de los huevos de oro”.

 

Es agradable y muy beneficioso que haya buenas carreteras comunicando a todos los pueblos del país, que los hospitales aumenten y sean más espaciosos y mejor equipados, que las Fuerzas Armadas y la Policía Civil tengan mejores sedes y equipamiento ultramoderno, que los asalariados bien empleados ganen más… Pero, al igual que hacen las familias, las necesidades y los gustos van satisfaciéndose según la disponibilidad de recursos, sin olvidar que del total disponible algo hay que guardar para las épocas de austeridad.

 

Aludimos al Estado porque es la cabeza del país y tiene el deber de guiarlo con ejemplos buenos, aparte de su poder legal para canalizar el comportamiento de la gente y la fuerza material para impedir que se desmadre.

 

Además, porque los desaciertos del Estado repercuten con furia desestabilizadora en el entramado social del país. Otra cosa sería, por ejemplo, que todas las fuerzas productivas tuvieran incentivos generales adecuados para emprender y desarrollar proyectos que empleen a los trabajadores, generen más riquezas, traigan más dólares y paguen más contribuciones para las administraciones públicas.

 

El territorio ecuatoriano contiene numerosísimos recursos naturales dispuestos para que su población los aproveche mejorando la calidad de su vida, pero las personas capaces y dispuestas a correr riesgos en la tarea de hacer que esos recursos se conviertan en riquezas que alcancen para todos, encuentran muchas cortapisas estatales que las obligan a actuar a medias o a detenerse completamente.

 

La situación económica del país es muy delicada y amerita una atención urgente. Muchísima gente vive subempleada en condiciones paupérrimas, muchos empleados han perdido sus empleos y están peor. El que tiene mucho dinero lo ha sacado fuera del país, los que tienen y lo conservan en el país no lo invierten. Priman la desconfianza y la incertidumbre.

 

En el fondo de esta crisis no están ni el petróleo ni las demás materias primas que bajaron de precio, sino el alto costo de la vida, que cada vez son menos los que pueden pagarlo.

 

MANTA, 11 de septiembre de 2015.