La Jornada Nacional de la Juventud (JNJ) ha dejado en la ciudad de Manta una experiencia enriquecedora e imborrable, vivida directamente en todos los hogares que acogieron con muy buena voluntad a los peregrinos llegados de muchos lugares del Ecuador.
Y allí estuvo la razón de ser de una jornada pensada para el acercamiento y hermandad de los ecuatorianos mediante la gestión pastoral de la Iglesia encarnada en el movimiento juvenil; para la integración de las familias locales a través de sus gestos solidarios con los visitantes; y para fortalecer la responsabilidad social de las entidades públicas comprometidas con la organización del evento.
La presencia multitudinaria de los jóvenes, educados y tolerantes, inyectó una gran dosis de entusiasmo y vitalidad en el conjunto de la sociedad porteña, ávida de protagonismo trascendental y duradero en su afán legítimo de prosperar para darse una vida mejor y compartirla con todos los ciudadanos del país.
Los actos programados tuvieron realización cumplida, porque el acontecimiento fue organizado con prolijidad, sin faltarle el apoyo de las instituciones públicas requeridas ni el solicitado a las empresas privadas e individualmente a bastantes personas generosas y ciertamente colaboradoras.
Se hizo el efervescente Festival Misionero con el que inauguró la jornada en el Estadio Jocay (lleno hasta la bandera), el viernes 31 de julio al caer la noche. Siguieron, el sábado 01 de agosto la Procesión Mariana en la Avenida Jaime Chávez (malecón) que desbordaba de gente durante la tarde; la vigilia y oración a Dios, comenzando la noche, en una Playa el Murciélago totalmente copada; y, la Misa Campal en ese mismo lugar, el día domingo 2 de agosto en la mañana, cuando se clausuró el acontecimiento con igual o mejor suceso que el de la apertura.
Y, sin proponérselo, la jornada también dejó beneficios económicos a la ciudad. Aparte de los jóvenes peregrinos, llegaron otras personas que ocuparon alojamientos y comedores hoteleros; muchos anfitriones sin carro propio tuvieron que utilizar los servicios del taxismo, aparte de adquirir más alimentos de los habituales; algunos compraron colchones, almohadas y sábanas. Quienes albergaron a más de cinco peregrinos (supimos de una señora que alojó a 40) ocuparon servicios particulares de cocina y comedor.
A más de eso, no fueron pocos los jóvenes que adquirieron algún recuerdo de la ciudad o alguna golosina que les gustó.
La JNJ atrajo a Manta delegaciones de peregrinos de casi todos los rincones del Ecuador, incluidos Galápagos y la Amazonia. Vino la cúpula de la Iglesia católica ecuatoriana, así como numerosos obispos diocesanos y párrocos. En los tres días de la jornada era muy notoria la presencia extraordinaria de automóviles y autobuses de otras provincias.
El jefe provincial de la Iglesia católica en Manabí, el obispo Lorenzo Voltolini, dijo por Radio Católica que estaba impresionado por la respuesta nacional a esta JNJ y por la generosa contribución de los manabitas para que se cumpliera satisfactoriamente.
Es preciso señalar que numerosos peregrinos fueron acogidos por familias de los cantones vecinos, Jaramijó y Montecristi.
Nosotros pudimos consultar la opinión de cuatro jóvenes peregrinos y sus respuestas coincidieron en que la JNJ de Manta llenó las expectativas que ellos trajeron de sus lugares de origen. Les satisfizo la organización del evento, les encantó la belleza natural y la dinamia de la ciudad, y quedaron gratamente impresionados con la fraternidad del movimiento juvenil y con la hospitalidad de los manteños.
Esos opinantes, son: Nelly Gómez, estudiante de periodismo y Paty León, emprendedora comercial, ambas de Cuenca; Leonardo Arturo Vélez Vélez y Darwin Javier Barba Barros, ambos del Cantón Santa Rosa de la provincia de El Oro y estudiantes de bachillerato, el primero aspirante a contador o mecánico automotriz y el otro a ingeniero civil.
MANTA, 02 de agosto de 2015. (Las fotos del acto inaugural son autoría de la Dirección de Comunicación Social del GAD cantonal.)