Lo primero que ve el visitante al acercarse al Mausoleo memorial del expresidente ecuatoriano general Eloy Alfaro Delgado, en la ciudad de Montecristi, son las dos estructuras metálicas plateadas que semejan abanicos o los rayos luminiscentes de un astro emergente, que algunos interpretan más bien como el simbolismo bélico de machetes levantados contra el conservadurismo que provocó la Revolución Liberal encabezada por Alfaro, quien tuvo en los “montoneros” manabitas la fuerza guerrera de sus múltiples batallas. Esas estructuras sirven de flancos honoríficos al monumento funerario.
El mausoleo preserva parte de las cenizas de Eloy Alfaro en un cofre de piedra tallada. La otra parte reposa en el mausoleo levantado en el cementerio de Guayaquil. Alfaro fue inmolado a principios del siglo XX en una hoguera en el Parque El Ejido de Quito. Esta obra magistral es una inspiración compartida del maestro escultor Ivo Uquillas y el arquitecto Francisco Aguilera.
La obra toma la figura de una vasija colosal adosada a un domo que cubre el pasillo que lleva al vientre de la tinaja, construida en 2007. Es parte central del Centro Cívico Ciudad Alfaro, conjunto urbanístico desarrollado en un área de 5,4 hectáreas, con 8.000 m² de construcción, incluida la sede de la Asamblea Nacional Constituyente reunida en 2008 para redactar y aprobar la Constitución Política del Estado ecuatoriano que se halla vigente.
Aunque esta construcción fue ideada para venerar la memoria del insigne Eloy Alfaro, sus connotaciones históricas y el sitio donde se encuentra la hacen un poderoso atractivo turístico. Baste citar que de enero de este año hasta la fecha ha recibido 193 visitantes, un 10 % de los cuales son extranjeros, de países como Venezuela, Suiza, Canadá, Francia, Italia, entre otros, según la versión del guía José Peralta.
Las personas que ingresan a este mausoleo dicen que llegan a experimentar sensaciones extraordinarias, como sentir la presencia del “héroe de todos los tiempos” o haber visto al “Viejo Luchador” en persona, contó Peralta.
Una vez que el visitante pone sus pies en el pasillo que lleva al mausoleo, una de las primeras cosas que puede apreciar es un espacio dedicado al general y sus memorias; hablamos del área “Damero de los Masones”. Las logias masónicas suelen tener en sus edificaciones al menos una parte de su piso tapizado con los típicos cuadrados blanco y negro de un tablero de ajedrez; y, según cuenta la historia, “el general de las mil batallas” fue masón de pertenencia desde su juventud, como lo recuerda el libro “La Hoguera Bárbara” de Alfredo Pareja Diezcanseco. Perteneció a las logias masónicas de Guayaquil y Panamá.
En ese mismo espacio, pero en la parte izquierda de la pared, se encuentran plasmadas las cartas que envió Alfaro a sus hermanos, que en esa época estudiaban en la ciudad de Cuenca, mientras que en el lado derecho se pueden divisar las frases célebres del general, que en más de una ocasión hacían “morirse de iras al tirano”.
Al final del pasillo ajedrezado, los visitantes no solo pueden apreciar el vientre de la vasija que contiene el cofre mortuorio tallado en granito, donde reposan parte de las cenizas del “Viejo Luchador”, sino también admirar las imágenes empotradas que expresan pasajes importantes de la vida del “Cóndor de América”, entre las que resaltan aquellas de su trágica muerte.
Además de los murales, el visitante encontrará una efigie de Eloy Alfaro, de seis metros de altura, así como sesenta rostros que complementan el recorrido por las raíces y los momentos históricos del país durante la agitada vida de su ilustre expresidente.
La imagen del general luce imponente y altiva. A la altura de sus caderas cuelgan las cadenas y otros elementos emblemáticos de la abolición de la esclavitud, uno de los legados más importantes del gobierno dirigido por Alfaro.
En el piso, rodeando la estructura circular del mausoleo, hay varias réplicas en tamaño normal de la silla ceremonial aborigen, pero una es original de ese mueble de la milenaria Cultura Manteña.
A una turista venezolana, Yusmar Martínez, la emocionó mucho reconocer a su compatriota Simón Bolívar entre los personajes representados en la obra escultórica que adorna el mausoleo alfarista.
FUENTE:
Dirección de Comunicación Social del GAD cantonal de Montecristi, mediante boletín informativo y fotos con firma de su directora, periodista Sofía Paredes Rivera. MANTA, 12 de julio de 2015.