Por Joselías Sánchez Ramos
Hola Ricardo. Feliz viaje. Te adelantas, una de tus virtudes, abriendo senderos. No sabía de tu estado hasta cuando, en New York, me informa Ronald Intriago y me pide saludarte. No sé por
qué desperté triste. La nota de Byron López me anonada.
El mar me parece más tranquilo como para saludarte. Subo a mi terraza y observo un mar tranquilo como para saludarte. Juan Fernando Velasco e India Martínez están cantando “Esta pena mía”. Sí. Esta pena mía no tiene importancia, es tan sólo un recuerdo de nuestras nostalgias, de nuestros encuentros, coincidencias y discrepancias; esta pena mía, es mía, sólo mía.
La Facultad Ciencias de la Comunicación en la Universidad de Manta fue un gran escenario de nuestra vida. El ejercicio del periodismo un punto de encuentro y desencuentros, tú en El Diario, yo en El Mercurio. La cultura y sus entornos, un recodo para el sosiego. Recuerdo la emoción y los comentarios de los estudiantes la primera vez que proyectaste “El nombre de la rosa”. Fenomenal. Connotabas la comunicación, la semiótica, la evolución del modo de pensar para parir reflexiones en esos chicos que te recuerdan como gran maestro, con gratitud y admiración.
Me encantan tus libros e historias. La tagua, una narración asombrosa, una investigación sobre la marca de Manta como “Casa tagua”, esas etapas de mi pueblo que tienen el pináculo de la economía y la ensoñación de los recuerdos. La ubico al nivel de “Sed en el puerto” (Othón Castillo) que recoge otra página de la construcción humana de mi pueblo.
Gracias por tu amistad, tus controversias, nuestras discrepancias, por aquella noche que nos invitas a tu departamento donde, no sé por qué, desplegaste tu vida de recuerdos, tu país, tus experiencias de niño, joven, estudios y protestas, hasta que, recogiendo mochila llegaste al Ecuador, pernoctaste en Chone, permaneciste en Portoviejo y te afincaste en Manta desde donde ya no pudiste partir.
Tu creatividad asombrosa. Tu hijo ha recogido la herencia. Cuando trabajaba en Emelmanabí (hoy Cnel), empresa pionera de la electrificación rural en Ecuador, te pedí un folleto para impulsar la electrificación rural, teníamos que llevar la electricidad a Jama, para hacerlo, partimos desde Chone, Sesme, Convento y rompiendo montaña se hizo el tendido eléctrico para jubilar a hombres y mujeres de la entonces lejana parroquia del cantón Sucre. Me presentaste el folleto: “En Manabí, la electricidad llega primero que los caminos”. Lo presentamos en Quito, Guayaquil y Cuenca. Sorprendente. Nos dieron un reconocimiento. Gracias Ricardo.
Ricardo, no puedo describirte mi estado de ánimo. Héctor, Luis, Maurilio, Ubaldo, Kerlly, no sé. Ya tengo 71 años, conozco el valor de la vida, me he vuelto amigo de la muerte. Me despido de ti, te deseo feliz viaje, colega de cátedra, los más viejos docentes de la Facco, maestro de juventudes, comunicador de la memoria colectiva, periodista de controversias, escritor de biografías y narraciones no dichas, me despido de ti mientras reviso la carta que me entregaste en el auditórium académico cuando te fuiste de la Facco para continuar tu tarea universitaria en el Departamento de Cultura.
Hasta luego Ricardo. Esta pena mía, es mía, sólo mía. (Joselías Sánchez Ramos. Manta, 2015-05-30)
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lisa/jama (miércoles, 16 diciembre 2015 19:51)
he was a good man, and he will be missed.