Nadie puede lograr algo sin ayuda de otros.
Para empezar, los seres vivos no existiríamos sin la presencia del Universo, la Tierra y el Espacio, que alguien creó antes, posiblemente el mismo ser que luego nos creó y nos animó.
Los seres humanos necesitamos de un padre y una madre para llegar a la vida, iniciarla y sostenerla. Luego vienen los tutores que nos forman en la academia y los iniciados que nos encaminan en nuestras respectivas profesiones.
Si somos emprendedores, nada haríamos sin la familia, los amigos y los colaboradores llamados para que nos asistan. En algunos casos están además los socios y los que confían los recursos financieros; y, en general, los consumidores o benefactores, mejor dicho.
Siendo así, que todos los seres humanos dependemos de ese encadenamiento existencial insoslayable, al completarse otro período anual del calendario eterno y en víspera de comenzar uno nuevo, nos parece natural el deseo de agradecer a todos cuantos ayudaron a ser lo que somos, hacer lo que hacemos y tener lo que tenemos.
En primerísimo lugar al Sumo Hacedor del Universo y todo lo que en él existe.
Seguidamente a nuestras familias, los vecinos, amigos y allegados, cuya amalgama incluye a todos los que colaboran y han colaborado con nosotros de manera diversa e invalorable.
A todos ellos van dirigidos nuestros mejores votos de respeto y avenimiento, augurando que los seres humanos aceptemos vivir felices por como somos y por cuanto poseemos, méritos que la Providencia Divina tiene en cuenta para darnos lo que faltare aun.
Van nuestros parabienes en un abrazo de fiesta muy sentido para cada uno de ustedes.
Revista LA GENTE de Manabí
MANTA, 29 de diciembre de 2014.