Encuentro con el pasado

La Cultura Manteña y la Comuna de Agua Blanca

26 de septiembre de 1526, en alta mar, frente a las costas del Cabo Pasado -Manabí- tiene lugar el encuentro de un buque de los mercaderes manteños (balsa manteña) con el buque español de Bartolomé Ruiz.

Por Joselías Sánchez Ramos

sjoselias@gmail.com

 

Ecuador es un Estado plurinacional y multicultural. Las culturas y los pueblos que la Constitución de la República señala no son los únicos. Existen otros pueblos, pueblos de la costa ecuatoriana, pueblos descendientes de la Cultura Manteña – Huancavilca. De esto vamos a dialogar.

 

La Cultura Manteña (500 – 1530 DC) adquirió un alto desarrollo y habitó la costa del Pacífico ecuatoriano, desde Atacames hasta el Golfo de Guayaquil; de allí que se la conozca también como “Manteña – Huancavilca”. Resume la  experiencia de los pueblos del litoral que datan desde 10.000 años A.C. (Viliulfo Cedeño, historiador, 1985). El 26 de septiembre de 1526, hace 489 años, en alta mar frente a las costas manabitas del Cabo Pasado, un buque de los mercaderes manteños (balsa manteña) se encuentra con el buque español de Bartolomé Ruiz. Es la cultura del encuentro (Joan Sámano, cronista, 1526).

 

La Comuna de Agua Blanca (2015) es un centro de turismo comunitario del Parque Nacional de Machalilla. Contiene vestigios de una ciudad manteña considerada como tesoro arqueológico y ancestral. Está ubicado en el Cantón Puerto López, Manabí, Ecuador, en la Ruta del Spondylus, cerca de Puerto López y al sur de Machalilla. Es un lugar que los ecuatorianos y sus familias debemos visitar.

Vitrinas con reliquias de las culturas aborígenes que poblaron Agua Blanca. Puerto López, Ecuador.
Reliquias de culturas aborígenes que poblaron el sitio Agua Blanca que hoy pertenece al Cantón Puerto López en la provincia de Manabí.

Cultura Manteña

 

Se puede afirmar que Marshall Seville, arqueólogo y profesor de la Universidad de Columbia, a principios del siglo XX descubre la Cultura Manteña. Su libro “Las antigüedades de Manabí” publicado en 1907 es un gran testimonio de sus observaciones. Entre 1917 a 1923 Jacinto Jijón y Caamaño realiza excavaciones en la misma zona; formula algunos elementos característicos como la Liga de Mercaderes que publica en su libro “El Ecuador interandino y occidental antes de la conquista castellana” (1941). Víctor Emilio Estrada desde 1950 recorre el litoral ecuatoriano, visita Manta hacia 1960 y establece la existencia de los manteños del sur o huancavilcas. El célebre Olaf Holm desde 1950 inicia estudios arqueológicos en la costa ecuatoriana que impulsa desde el Banco Central de Guayaquil en 1974. En Manta, el historiador Dr. Viliulfo Cedeño Sánchez publica en 1985 su libro “La Confederación Manteña”. Hoy, Jorge G. Marcos Pino y Tatiana Hidrovo Quiñónez con la “Ciudad de los cerros” en las montañas de Jaboncillo y Hojas.

 

Aparte de otros poblados dispersos, diversos estudios identifican tres importantes señoríos manteños: Jocay, con sus pueblos Jocay, Jaramijó, Camilloa y Cama; Picoazá con sus pueblos Picoazá, Tohalla, Misbay y Solongo; y el tercero es Salangome con sus pueblos Salangome, Tuxo, Sercapez y Salango (Ernesto Salazar en “La Cultura Manteña”, 2008).

 

Los manteños eran comerciantes, navegantes y artesanos. La pesca y la agricultura sustentaban su alimentación. María Isabel Silva reporta  cultivos de maíz, yuca, camote; frutas como guayaba, aguacate, tuna, melón, piña, ají, que les exigía terrazas de cultivo, albarradas y silos de conservación.

 

La expansión de los manteños se basó en el comercio y en los excedentes de las cosechas, sostiene Seville. Su economía, en la destreza para la navegación y habilidad para comerciar conformando una Liga o Confederación de Mercaderes según Jijón y Caamaño. La concha spondylus es el principal producto de comercio. La actividad pesquera fue muy desarrollada, reseña Girolamo Benzoni en 1572 y Torres de Mendoza, 1605, afirma que “son los indios de este lugar grandes buzos, hacen pesquerías gruesas de lisas y de otros pescados que se llevan a vender a Guayaquil, a Quito y a otras partes.” 

 

Su organización socio política, aunque no estudiada a profundidad, se refleja en la organización de sus señoríos, el urbanismo de sus ciudades, los entierros; las sillas de piedra para los líderes políticos y religiosos; los adoratorios de la diosa Umiña, venerando lo intangible: la salud. Su tecnología de navegación con velamen y sin quilla, recorriendo largas distancias. Su facilidad para entender otros dialectos. Habilidades para comerciar y capacidad para establecer rutas del comercio de la concha spondylus; cerámica de color negro con superficies muy pulidas, brillantes y decoradas; suaves y vistosos tejidos de lana de ceibo; gran orfebrería elaborando “piezas martilladas y repujadas como orejeras, narigueras y pectorales”, afirma Olaf Holm, 2007. Esculturas de piedra, terrazas agrícolas, albarradas y pozos para almacenar el agua, silos para conservar alimentos, en fin, estamos frente a una cultura superior  

Cecilia Pinoargote de Sánchez posa junto al letrero que identifica el Museo de Agua Blanca. Puerto López, Ecuador.
La maestra Cecilia Pinoargote de Sánchez durante su recorrido por la Comuna de Agua Blanca.

Comuna de Agua Blanca

 

En la década de 1980, Colin McEwan descubre restos de una ciudad manteña en la Comuna de Agua Blanca, convertida hoy en un centro de turismo comunitario del Parque Nacional de Machalilla, restos que son considerados tesoro arqueológico y ancestral.

 

Agua Blanca se puede recorrer en compañía de un guía nativo quien explica, con sobrados detalles, las vivencias de sus antepasados en cada lugar donde fueron encontrados los restos arqueológicos. Nos permite comprender nuestro pasado. Y, al turista, conocer una ciudad aborigen.

 

Agua Blanca es una ciudad aborigen con más de cien cimientos de casas, terraplenes, estructuras ceremoniales, abundantes restos o fragmentos de las sillas de piedra “U” de la Cultura Manteña. Lo más interesante, dice la antropóloga norteamericana Karen E. Stothert evocando a Olaf Holm, es que “en sondeos preliminares en Agua Blanca encontramos huellas de las primeras culturas del Período Formativo, o sea Valdivia”.  “Valdivia y sus herederas Machalilla y Chorrera han tenido un factor aglutinante en la formación de una infraestructura de todas las culturas posteriores del Ecuador y quizá fuera del ámbito nacional”.

 

Junto con Salango y Machalilla formó el Señorío de Salangome, explica Plinio, uno de los guías del Museo donde se conservan los vestigios, entre ellos ollas funerarias con cráneos y huesos. “El estudio de las tumbas precolombinas puede darnos muchos informes sobre la vida de los manabitas precolombinos”.

 

En esta región (Manabí) hay vestigios de la vida humana desde cerca de los 10.000 antes de Cristo en una sucesión de culturas, asumiendo cada una los conocimientos de las anteriores hasta llegar a la Cultura Manteña, la cultura del encuentro el 26 de septiembre de 1526. Si se estima que la Cultura Manteña-Huancavilca surge en el año 500 después de Cristo, su influencia y desarrollo dura unos 1.000 años. “La provincia de Manabí nos guarda aún muchas sorpresas”, sostiene la antropóloga Stothert.

 

Hablando sobre Olaf Holm, el humanista del siglo XX, esta prestigiosa arqueóloga nos llama la atención y pregunta ¿por qué hemos demorado tanto en reconocer la importancia de la Cultura Manteña?

 

Jocay – Manta

 

“De la ciudad antigua Jocay (Manta de hoy) quedan pocos vestigios arqueológicos. Al nivelar urbanizaciones modernas, trazar sus calles, salen a luz capas prehistóricas de la ocupación Manteña y anteriores, algo que no detiene el esfuerzo empresarial que cotiza el pasado ecuatoriano a tantos sucres por metro cuadrado”, dice Karen E. Stother en el tomo I del libro “Lanzas silvadoras y otras contribuciones de Olaf Holm”.

 

“Si Jocay se perdió, Agua Blanca sobrevive aún, e igual a ese valle existe la seguridad de que muchas otras ‘ciudades perdidas’ están por descubrirse… para poner en valor el pasado del país”.

 

Aunque hoy Jocay se ha perdido, hay vestigios que se pueden recuperar. La Universidad de Manta puede diseñar nuevas carreras como arqueología, antropología y sociología para que nuestros jóvenes asuman la tarea de la recuperación histórica de la región; ya el Dr. Jorge Marcos Pino les presentó proyecto para la creación de una Escuela de Arqueología. Manabí sigue guardando sorpresas arqueológicas.

 

Olaf Holm, igual que Marshall Seville, Viliulfo Cedeño, Víctor Emilio Estrada, Jacinto Jijón y Caamaño, Jorge Marcos, Presley Norton, Silvia Álvarez, y otros, estudiaron la Cultura Manteña y al Señorío del Jocay. Yo recuerdo sus ruinas mientras caminaba con mi padre por las calles de la pequeña ciudad y recogía sus tiestos, mocarros, husos; subía y bajaba las tolas de Los Esteros, la albarrada de La Dolorosa o recogía el agua de la albarrada del Barrio Buenos Aires de Tarqui. De niño, con mi padre y de joven estudiante, con el Prof. Viliulfo Cedeño.

En el interior del Museo de Agua Blanca, Joselías Sánchez Ramos señala las reliquias del Señorío de Salamgome. Puerto López, Ecuador.
Joselías Sánchez Ramos en el Museo de Agua Blanca, Cantón Puerto López, provincia Manabí.

Cultura del encuentro

 

El 26 de septiembre de 1526, fecha a la que no se le ha dado la connotación histórica de su trascendencia, en alta mar, frente a las costas del Cabo Pasado, Manabí, hace 489  años tiene lugar el encuentro de dos culturas. Un buque de los mercaderes manteños (balsa manteña) con vela latina y quilla sorprende al bergantín español piloteado por Bartolomé Ruiz. La historia oficial reseña muy poco sobre este encuentro y los pueblos aborígenes del litoral ecuatoriano. Juan de Sámano, cronista del Rey quien acompaña a Bartolomé Ruiz reseña el encuentro. Marshall Seville lo transcribe en su libro “Las antigüedades de Manabí”, 1907.

 

Sámano describe una gran embarcación a vela que transportaba personas y mercancías; llevaba un sinnúmero de mercancías, desde cántaros, camisas, paños, ropa de diversos colores y con distintos motivos, piezas de plata, cascabeles, e incluso instrumentos para tasar y pesar el oro; de toda la carga, el material precioso eran las “conchas coloradas…, e por estas dan los indios todo el oro e plata e ropas que traen de rescate”. De sus veinte ocupantes, tres fueron tomados como intérpretes.

 

Su tecnología de navegación era superior a la navegación europea de la época. “El dominio del mar y de las rutas marítimas, lo habían alcanzado a través de un largo proceso de más de 4.000 años desde los albores del Período Formativo Temprano, en tiempos de la sociedad Valdivia”, destaca Jorge G. Marcos Pino en su libro “Los pueblos navegantes del Ecuador prehispánico”, 2005. Afirma que el poder económico y político de la Cultura Manteña residía en su condición de mercaderes a larga distancia, y haber logrado dominar y articular a cabalidad el variado medioambiente regional.

 

Los mercaderes manteños, hábiles señores del mar, llegaron hasta el golfo de California en México. También llegaron al Perú y a Chile con el intercambio de la concha spondylus, sagrada para los antiguos debido a su relación con la fertilidad y la lluvia.

 

Destino turístico

 

Invito a las familias ecuatorianas a que, junto a sus hijos, visiten la Comuna de Agua Blanca. Si Jocay se perdió, aún sobrevive Agua Blanca, hacia el sur de Manta, en el Parque Nacional de Machalilla, antes de llegar a Puerto López. Un museo con guías expertos que explican con sobriedad y conocimientos; templos para observar ceremoniales, lagunas sulfurosas, entierros en sus lugares de encuentro; casa artesanal. Bueno, observe la guía turística y deguste la comida. Con Cecilia comimos seco de chivo; simplemente delicioso. Nosotros nos sorprendemos de nuestros asombros.

 

Agua Blanca debe ser el destino turístico de los ecuatorianos y una obligación de conocimiento para los habitantes del litoral ecuatoriano. (Joselías Sánchez Ramos, 2015-09-22)


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