¡EXCLUSIVO! Asalto armado en una fiesta de cumpleaños

La tranquilidad social en la Ciudadela El Pacífico de Manta se hizo trizas la noche del sábado 20 de junio, cuando dos mozalbetes armados con pistola irrumpieron el patio de una casa donde se celebraba el cumpleaños de su propietario, Jorge Zambrano Ortiz, vecino prominente por ser uno de los miembros de la primera familia establecida allí, además de su trayectoria como cofundador del comité pro mejoras y permanente animador de las tertulias vecinales.

Los familiares de Zambrano habían organizado una cena bailable por su cumpleaños 68 y la desarrollaban alegremente junto a frondosos árboles de mangos y grosellas que se yerguen airosos en el amplio patio de la vivienda, un armonioso bloque de cemento pintado de tono verde pastel en sus tres plantas.

 

Bajo el cobertizo situado en la parte posterior del patio, donde habitualmente se guarece el vehículo de la familia y los de sus visitas, estaban dispuestas las mesas y sillas forradas que ocuparían los celebrantes, y del tejado pendían grandes y coloridos racimos de globos que hacían muy buen contraste con los manteles y el forro de las sillas.

 

A un lado del cobertizo se había improvisado el bar, mientras en la parte de enfrente, junto al árbol de grosellas, estaba un gazebo que protegía el pastel del aniversario y los muchos bocadillos dispuestos para servirse previo a la cena.

 

En el balcón lateral de la planta baja de la casa estaban el amplificador y la consola de sonidos del discomóvil que animaría la fiesta. Potentes reflectores eléctricos iluminaban el patio.

 

El portón de metal que cierra el muro o cerca frontal del patio, activado por un motor eléctrico, había sido totalmente corrido para despejar la puerta; y, en la calle, junto a la vereda, algunos vehículos estacionados evidenciaban el acontecimiento social.

 

El ambiente general era de confianza y camaradería y nada presagiaba lo que ocurriría un poco más tarde, para desdicha de los anfitriones y sus invitados. El cumpleañero lucía radiante abrazando o estrechando la mano de sus invitados, mientras su esposa Angelita y la hija de ambos, Ligia, elegantemente ataviadas, derrochaban amabilidad y cortesía haciendo que todos se sintieran bienvenidos y halagados.

 

Así transcurrían los minutos y a las 21h30 más de una docena de personas ya ocupaban los muebles dispuestos para la celebración y conversaban plácidamente mientras probaban los bocadillos servidos.

 

En eso estaban, cuando una motocicleta entró abruptamente al patio, giró en U 180 grados y se detuvo enfrente de los operadores del discomóvil. Inmediatamente se bajaron de ella los dos mozalbetes ocupantes y cada uno con pistola en mano intimidaron a los presentes y les obligaron a entregarles sus respectivas pertenencias (teléfonos móviles, relojes pulseras, collares, anillos, dinero y una laptop del dueño del discomóvil).

 

En el primer instante y al ver blandir las armas de los pistoleros, la gente se quedó petrificada. Inclusive, en las mesas bajo el cobertizo hacia donde fue uno de los maleantes, hubo quienes no entendían lo que pasaba porque el comportamiento del mozalbete parecía una payasada ya que no era el típico ataque de “¡Manos arriba, esto es un asalto, denme todo lo que tienen!” El asaltante, vestido con pantalones de mezclilla, chaqueta verde claro y gorra, la cara descubierta y sin guantes, balbuceaba las palabras y se comportaba como un principiante. En algún momento rastrilló su arma que, ciertamente, parecía de juguete.

 

El conductor de la motocicleta, que usaba casco protector de cabeza, desvalijó a los operadores del discomóvil y amenazó matar a la hija del cumpleañero, subida ese momento en el balcón de la parte alta de la casa desde donde intentaba llamar a la Policía.

 

En las mesas del cobertizo las personas estaban más sorprendidas que asustadas, sin embargo cedieron sus alhajas y unas cuatro levantaron los brazos en señal de obediencia, pese a que el malhechor no lo obligó.

 

Inexplicablemente, dos damas y un caballero adultos mayores que estaban sentados alrededor de la mesa central del cobertizo fueron ignorados por el asaltador, quien solo los miró de paso. Pero una de las damas intentaba ocultar bajo la mesa un portallaves que extraía de su bolsito de mano, gesto que su compañero de mesa pensó era la búsqueda de monedas para entregar al mozalbete y quiso hacer lo mismo.

 

Entretanto, el cumpleañero anfitrión clamaba que cierren la puerta, en un intento desesperado por evitar la huida de los maleantes. Pero estos abandonaron el lugar rápidamente con el botín a la espalda y disparando al aire una vez fuera del patio. El dueño del discomóvil corrió tras ellos, pero el riel del portón y la detonación le hicieron trastabillar y cayó al suelo.

 

Quince minutos después llegó una camioneta policial con dos agentes para informarse del hecho y tratar de perseguir a los asaltadores, pero la conmoción y la pérdida de una pieza clave del discomóvil interrumpieron la fiesta durante aproximadamente 90 minutos, hasta cuando llegó el grueso de los invitados y se rehabilitó el equipo de música.

 

Los contertulios de la velada comentaban que este tipo de asaltos es frecuente en la ciudad y en la Ciudadela El Pacífico es el más espectacular pero no el único, pues casi a diario asaltan en las calles para robar las cosas de valor que los transeúntes portan. Mencionaron especialmente el cruce de calles en una de cuyas esquinas está el Hospital Básico Lams, que también ha sido víctima de los delincuentes.

 

Afortunadamente no hubo daños personales en el asalto que nos ocupa y el cumpleañero pudo finalmente sentir el aprecio de sus parientes y amigos, que en coro le cantaron el “Cumpleaños Feliz”.


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